agosto 18, 2009

De mis carencias y mi austeridad

He dejado de escribir, no es que tenga argumento, lo he dejado de hacer hasta para mí… no sé si sea una franca pereza mental o simplemente una depresión natural. Son dos semanas en que he visto pasar varios cientos de jóvenes con la misma petición “un lugar”…
De niña jamás imaginé que la docencia sería mi pasión, mis ganas de levantarme –como mi madre- a las 5 pa’ llegar temprano al salón, mi entusiasmo por el trabajo y mi empeño en ver cómo cambian los chavos. Yo soy maestra, la semana pasada cumplí 10 años de estar frente a grupo, para sorpresa de muchos, el trabajo docente me ha dado mucho más aprendizaje que mis años de estudiante. Sin embargo, por desgracia personal y fortuna profesional, también comparto el trabajo de academia desde un escritorio, desde ese en el que les decía, he visto pasar a muchos jóvenes en búsqueda de un lugar y padres desesperados porque sus hijos continúen sus estudios. Para muchos esto no es nuevo, para algunos otros es el padre nuestro de cada año, para mí es un peso que no puedo evitar… es desgastante y mi “prudencia” se ha empezado a difuminar. Hace un año, –en alguna otra situación, pero también de tipo escolar- el vecino me decía que cómo podía quedarme callada, que era tan cómplice como el mismo sistema… este año he procurado la razón y buscado las formas lógicas, al final del día soy mi propia cómplice, pero también, al final del día termino sumamente cansada… y vuelvo a sentir que mientras quiero caminar, el aire me echa pa’ atrás con una burla que se entromete en mis venas pa’ decirme que todo seguirá igual: con, sin o a pesar de las buenas intenciones…

2 comentarios:

  1. La monotonía del trabajo acaba con la prudencia y la imaginación. Maldito sistema perverso.

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  2. Yo por eso mejor casi no trabajo, siempre he dicho que hace daño... El problema es que aunque tengo la mitad del camino hecho, me falta la parte importante de la acción. :(

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